Los dibujos en acuarela se caracterizan por su belleza, luminosidad y delicadeza. Con la técnica de la acuarela se puede hacer maravillas: desde un amanecer sobre el mar, con todas sus tonalidades, hasta un mundo surrealista donde colores, formas y líneas se unan para dar lugar a los paisajes más hermosos. Todo depende de la habilidad del dibujante con las transparencias y los efectos que pueda obtener a base de superponer capas de pintura.
Los orígenes de la acuarela se remontan al siglo I a.C. en la antigua China. Por aquel entonces, la cultura china ya había creado uno de los inventos más revolucionarios de la historia: el papel. Los artistas mandarines no tardaron en sacarle provecho. Pero no fueron ellos, sino los árabes, quienes trajeron la técnica a España. Lo hicieron en el siglo XIII.
Dibujantes de prestigio de dibujos en acuarela
Para entonces, aún faltaban un par de siglos para que Europa viera nacer su primer genioacuarelista. Ese fue Rafael de Urbino, pintor y arquitecto renacentista. Rafael usaba sus dibujos para ensayar obras mayores, pero con el tiempo esos bocetos han alcanzado un valor incalculable. Casi al mismo tiempo que Rafael, Alberto Durero pintó las primeras acuarelas en Alemania.
Poco a poco, la técnica fue evolucionando y pasando a formar parte del acervo común del arte europeo. Paisajistas como el pintor británico Thomas Gainsborough utilizaron la acuarela para plasmar sobre papel la belleza del campo. Su obra Landscape & Castle es ejemplo de ello.
Pero la gran eclosión de los dibujos en acualera se produjo durante el Romanticismo. Pintores como J. M. W. Turner o John Constable explotaron todo su potencial, fuerza y vigor en cuadros tan intensos como metafóricos. Ejemplo de ello es la célebre obra Stonehenge de Constable. Desde entonces la técnica ha seguido evolucionando, pero siempre manteniendo su esencia: la capacidad de aunar agua y color sobre el papel.